No cabe duda de que el juego infantil contribuye al equilibrio psíquico de los niños, ya que favorece la canalización de las emociones, las reduce y potencia el autocontrol cuando son desproporcionadas. Fomenta la autonomia y ayuda a superar conflictos afectivos, así como el acercamiento y el establecimiento de vínculos con sus iguales y con el adulto.
El juego por si mismo es fuente de placer: placer sensoriomotor, placer de crear y destruir, placer de causa-efecto y placer de hacer aquello que está prohibido. El juego es una necesidad para el niño, debería ser su modus operandi, desde donde descubre la realidad y el mundo que le rodea, desde donde se comunica y se relaciona con la sociedad, desde donde se van desarrollando sus esquemas cognitivos y desde donde se genera un equilibrio psicoafectivo, favoreciendo también el desarrollo de su personalidad.
Diseño: Mar Alcantud |
¡Hola! Estoy de acuerdo en que el juego debe ser fuente de diversión y que sin darse cuenta los niños pueden aprender muchas cosas. Gracias por este post
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